Día Mundial de copadres y comadres

Felicidad, amor y comprensión los factores que destaca la ONU para que cada joven pueda crecer en un entorno que propicie un desarrollo pleno y armonioso de su personalidad.

Eso es lo que queremos destacar hoy, en el marco de la celebración del Día Mundial de las Madres y los Padres, que se celebra el 1 de junio. Tal y como hicimos en el día internacional de las familias, hoy queremos también reconocer vuestra labor, honrar vuestro trabajo en la formación de las futuras generaciones y, sobre todo, visibilizar vuestra, sí, sí, escuchad bien: copaternidad y comaternidad. ¿Os habéis parado a pensar de que ahora tenéis hijas e hijos que, a su vez, tienen otras madres y otros padres?

Arturo, a la izquierda, con su familia finesa y su madre madrileña en Madrid.

Hay que ver cómo son las relaciones interculturales. Un día estás enseñando a tus hijos a andar y otro día tu hija está aprendiendo noruego porque se lo enseña «su padre» en Tromsø. Un día enseñas a sumar y restar a tus hijos, y otro día te encuentras con un mensaje de tu hijo indonesio diciendo que le acaba de hacer una tortilla de patatas a «su madre» en Yakarta. Después descubres que tu hija, con quien has vivido bajo el mismo techo durante 16 años, se conoce todas las paradas de las 12 líneas de metro de Hong Kong, que tu hijo como cualquier danés más sabe que cuando va al colegio en tren y está esperando en la estación no tiene que coger el que va en dirección a Vejle sino a Odense porque entonces acabará en Fredericia en vez de en Kolding.

Anna, en el centro con gafas de sol, con sus padres catalanes a la derecha y sus padres indonesios a la izquierda, en Barcelona.

Pero es que ahora resulta que tu hijo hace la compra con su madre en rupias y que tu hija se ha ido con sus hermanos estadounidenses (¡cuando ella encima es hija única!) a comprar el vestido para su promoción en Freeport High School. Pero qué nos decís cuando ves que tu hija de Finlandia se ha pasado todo el curso esquivando al perro de tu vecina en El Rompido, Huelva, y ahora resulta que de vuelta en Finlandia todas las mañanas tiene que espantar a los renos de su patio en Oulu. Y además quien ha sido tu hijo austríaco durante meses en Murcia acaba enviándote un vídeo en año nuevo comiendo uvas con «su familia» en Innsbruck.

Celia, en el centro con gafas de sol, con su familia cántabra y su familia estadounidense montando en globo en La Rioja.

¡Vaya excentricidad de familias! Aunque en cierto sentido, esta copaternidad y comaternidad que puede resultar extravagante os hace peculiares de un modo muy positivo y especial. Sobre todo porque es, sin duda, bilateral. Es decir, producto de unos intereses y motivaciones comunes a cada lado de cada familia. En otras palabras: vuestras hijas e hijos tienen la inmensa e infinita suerte de tener dos familias, pero no dos familias cualquiera sino dos familias (en cualquiera de sus combinaciones y composiciones posibles) que apuestan por la educación intercultural en valores. Y eso, aparte de toda la felicidad, amor y comprensión que inspira, es un privilegio.