Ya estamos en octubre y sin embargo no huele todavía a castañas asadas, ni a hojas secas, ni a lumbre y mucho menos a tierra mojada. En cambio, cada vez es más fuerte el olor a algo que nos cuesta identificar. No hablamos del mítico olor al forro de plástico de los libros nuevos, aunque también rondará por alguno de vuestros hogares. Nos referimos al olor, como bien sabéis, de todos esos cambios que estáis experimentando como familias AFS y que tan bien reflejaban muchas familias en los comentarios de la anterior publicación.
Huele a la cara de sorpresa que una participante de recepción pone al ver por primera vez las chirimoyas, huele a la sonrisa de una joven noruega con la que se ha ganado desde el primer minuto a su familia anfitriona, huele también al césped de la plaza de Arcata, California, donde Pau está disfrutando su año, o huele a los pinos del parque de Topeka, Arkansas, ciudad anfitriona de Paula durante este año. Aunque no podemos olvidar el olor a los 28 años que hace de la experiencia de María Jesús o a los 25 de la de Pily. (¡Gracias por todos vuestros comentarios y queremos más!)
Así es octubre en AFS. Un mes en el que intentamos recuperar la rutina, con el cambio de estación, después de la novedad que supone el comienzo de esta experiencia. En otras palabras bien conocidas por todas y todos, después de la tormenta siempre llega la calma. Aunque esa calma, ahí es donde vamos, a veces es poco calmada. ¡Y no es para menos!
Convivir con otra cultura supone un esfuerzo, no solamente de adaptación, sino de extraerse y alejarse un poco de lo que conocemos y damos por sentado, pero sobre todo un esfuerzo de voluntad para querer comprender al otro sabiendo que, en parte es diferente. Más allá de la voluntad, habiendo interés, deseo, intención y, sobre todo, paciencia, llegará no solamente la calma sino el enriquecimiento y el aprendizaje que aporta esta experiencia.
En ocasiones nos puede costar dar ese paso; nos obcecamos en que lo nuestro es lo válido. Si el otro adopta la misma posición, considerando que lo suyo es lo correcto, llega la confrontación y donde entra en juego la capacidad de flexibilidad que tengamos. En este punto es donde tenemos que dar el paso, no para ceder, sino para, por un lado, dar a conocer nuestra postura al otro; por otro lado, dar la oportunidad a la otra persona de expresar la suya; y, por último, poder llegar a un entendimiento y a la comprensión de por qué las cosas son así o se han interpretado de esta manera.
Así podrán seguir llegando las estaciones, mes tras mes, podremos identificar los olores de cada experiencia y de cada vivencia, pero sobre todo identificaremos también los colores. Como tantas veces habréis escuchado, no todo es blanco o negro. Existen los matices y existe el gris: el punto de encuentro entre dos posturas. Por eso, esperamos que descubráis muchos grises y nos digáis a qué huelen.
¡Esperamos una vez más todos vuestros comentarios en la publicación!
Es curioso como realmente hay matices de olor,, en casa ,cada habitación tiene su olor peculiar pero no lo percibimos,,ahora con Sara su habitación ya ha tomado su propio olor .,, huele a su ropa,a sus cremas,aun a su maleta,,, pero sobre todo huele a libros,,,, y horas de estudio,, ayyyyyyy pobre tiene una gran carencia de idioma ,,quizás deberían prepararse algo mas el idioma antes de venir para que en vez de ser inmersión cultural no sea estrellazo cultural.,,,así que de vez en cuando abro la ventana para que el cuarto ventile y ella salga en todos los sentidos ,, a por un helado , un paseo , un partido de fútbol, o simplemente una cena todos juntos,,, y esa brisa sienta muy bien.
Poco a poco, María-Jesús. Sobre todo teniendo siempre presente la voluntad por todas las partes de fundirse en el mismo olor. ¡Esperamos seguir leyendo sobre vuestra experiencia!
En nuestra casa huele a risas y alguna lágrima que aunque ahora es de añoranza de la familia ,esperamos que Emilia las derame pronto de felicidad al estar a nuestro lado.. y que siempre tenga en su cara esa sonrisa tan maravillosa que posee.
😍 Seguro que con una familia que espera solamente ver la felicidad en la cara de su estudiante, ¡esa sonrisa no tardará en llegar!
Nosotros olemos a satisfacción por como va la adaptación entre nuestra estudiante y nuestra familia. Algunas cosas no son fáciles, pero su empeño y el nuestro ayudan para ir hacia adelente.
Y vemos la vida de diferentes colores y lo afrontamos con ilusión y perseverancia para que todo siga funcionando en positivo.
De momento el ambiente que respiramos huele bien;)
Saludos!
Esa es la clave, Ángela, afrontar con ilusión y perseverancia los diferentes prismas desde los que vemos la vida. ¡Muchas gracias por tu comentario! 💙